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Todo pintaba hacia una sublime recuperación. Panamericana TV tenía los derechos del Mundial de Estados Unidos 94 y corría con los haberes del nuevo comando técnico de la selección. Se trataba de dejar atrás el tenebroso proceso que encabezó el brasileño Pepe dirigiendo a nuestro equipo nacional, eliminado camino al Mundial de Italia, en medio de los consabidos actos de indisciplina y renuncias de viaje. Fue el año 89.Esta vez la responsabilidad estaba en las manos del yugoslavo Vladimir Popovic. Un europeo al frente de Perú era toda una novedad que no vivíamos desde la década del 60 cuando trajimos a dos húngaros, primero Jorge Orth y luego Lajos Baroti años después. Cada uno aportó lo suyo y los antiguos aficionados lo tienen presente. Popovic venía con marcados merecimientos y éxitos en Colombia. Su conocimiento del fútbol peruano era casi nulo.
Se trataba de un hombre afable y cordial, su relación con la prensa como todos al principio diez puntos. Dialogante y por momentos muy risueño. Con el paso del tiempo pasó de castaño a oscuro y el ambiente se convirtió en irrespirable. La tribuna lo silbaba sin reparos. Popovic no aguantó más y se fue después de las eliminatorias donde quedamos en el último lugar. Su deceso acaba de producirse y aunque muy tarde vale la pena recordar a un caballero del deporte.
