EL BOXEO MERECE MAS

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Hace unos 60 años nuestro país se convertía con cierta frecuencia en escenario elegido para grandes torneos y eventos deportivos de muy reconocido nivel. Es bueno decir que no solamente el fútbol capturaba la atención del público. Disciplinas en aquel entonces con marcado hinchaje caso básket, jugándose en Lima hasta un mundial femenino, sucesos individuales como las presentaciones del boxeador chinchano Mauro Mina, challenger al título mundial de los semipesados, convertía el deporte de los puños en el preferido por miles de aficionados. Ambos y otros aparecían como estelares deportivos.
Lo de Mina no fue un hecho esporádico porque ya teníamos encima la fama de Antonio Frontado y Mario Verano apareciendo un poco más tarde Roberto Dávila, Marcelo Quiñones, Fernando Rocco hasta que en los 80 fuimos a Japón a disputar el primer título mundial para un peruano. Se trataba de la categoría supermosca con el retador Luis Ibáñez quien había hecho toda su carrera en Costa Rica, enfrentaba en Tsu el 24 de Febrero de 1983 a Jiro Watanabe que ofreció un concierto de golpes para ganar al término del sétimo asalto. La esquina de Ibáñez evitó mayor castigo y no salió a combatir más.
Después se sumaron en busca de la gloria Orlando Romero y Oscar Rivadeneyra. También fracasaron en sus intenciones de conquistar la corona.
El boxeo era, sino el segundo, uno de los primeros deportes en el país. Dirigencia establecida, figuras renombradas, gran afición en cada velada, en fin. Hoy está casi en la última lona, podría ser en extinción. La conducción federativa parece que no existe. Los jóvenes amateurs lo que pretenden es convertirse con enorme rapidez en profesionales para obtener algún dinero. Es decir, quemar etapas acelerando el paso no parece ser la fórmula. Todo a su tiempo. El boxeo merece más.

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