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Es una vergüenza lo que sucedió la semana pasada con el jugador Ray Sandoval que protagonizó un repudiable hecho en comprobado estado etílico. A las 24 horas su club, hoy ex club, Sporting Cristal lo canceló sin mediar ninguna investigación porque los sucesos eran absolutamente acreditados por vídeos y manifestaciones policiales.
Pero más vergonzoso es lo que pasó dos días después cuando en una muestra de irrespeto y descriterio los dirigentes, si se puede llamar dirigentes a esa gente, del club Cusco, ex Garcilaso, decidió anunciar en sendos comunicados y redes sociales que Sandoval les pertenecía para integrarse a su plantilla de jugadores.
El más mínimo sentido de solidaridad a una decisión institucional como aquella de los rimenses se vino al tacho. Un pésimo elemento que debería estar proscrito por un buen tiempo de volver al fútbol tuvo de inmediato una compensación. Lo correcto era un “cierrapuertas” de todos los clubes con este tipo de irresponsables. La única forma de sancionar con firmeza. A ver si el escarmiento sirve.
Allí están los resultados de ser permisivos. Lo sucedido con otros jugadores no fue suficiente para colmar la paciencia. El triste agregado de Nolberto Solano que debió ser excluído del comando técnico luego de burlarse de la cuarentena. Lo dijimos la semana pasada pero también advertimos que Gareca se hizo el desentendido. Ahora a celebrar señores tanta indisciplina. Es lo que nos toca.
