LEGADO INTACTO

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Hace un año Lima exactamente se convertía en la sede de los Juegos Panamericanos 2019. Superando incertidumbres de todo calibre, presagios que no se harían, comentarios en el sentido que se trataba de un proyecto botarate, por fin se hicieron y fueron saludados por autoridades mil como una fiesta deportiva exitosa desde todo punto de vista. Lima estuvo a la altura de las circunstancias y le dejó muy alta la valla a Santiago de Chile para el 2023.
Siempre que brindaba declaraciones a los medios Carlos Neuhaus, presidente del COPAL, sostenía que el objetivo de realizar los juegos, fuera del estrictamente deportivo, era dejar una infraestructura de primer nivel. Uno lo escuchaba y parecía mentira tanto verbo. Se insistía en la prédica de alcanzar escenarios cómodos, prácticos y a tiempo; por ello se tomó una decisión atinada al convocar al Reino Unido a colación de la organización de los Juegos Olímpicos Londres 2012.
Pero el otro tema preocupante era quien o quienes se harían cargo de la herencia o legado al término de los JJPP. Lo cierto es que transcurrido doce meses conservan su administración las autoridades que manejaron los Panamericanos, ahora bajo la dirección de Alberto Valenzuela que trabajó con Neuhaus desde el 2017. Eso podría responder a la dificultad de encontrar un equipo capaz de asumir un trabajo abrumador y lleno de responsabilidades.
No debemos olvidar que siempre se estará en el ojo crítico del público. O en todo caso, una cierta cuota de celo de quienes se fajaron para dejarle a Lima estas jovas de campos deportivos. Sea como fuere el legado está intacto.

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